sábado, 3 de marzo de 2012

Democracia prêt-à-porter,por Eduardo Sanguinetti


Democracia prêt-à-porter
Eduardo Sanguinetti Filósofo
Si la democracia es un sistema político en el que los ciudadanos tienen una voz importante en los asuntos públicos, entonces la ciudadanía no puede permanecer desinformada respecto de esos asuntos públicos.
Parecería, como lo demuestra de manera magnífica y elocuente, nuestra imagen de la realidad, que la democracia no requiere de sabios, de un pueblo cultivado o ilustrado, sino de una comunidad suficientemente informada, que tenga alguna idea y una imagen de lo que sucede.
Ahora bien, qué significa una comunidad “suficientemente informada”.
Reconozco que no sé cómo definir este interrogante, pero sí puedo asegurar cuándo una comunidad está “suficientemente desinformada”.
Tal el caso del pueblo argentino, que año tras año consumen toda la basura que los medios de comunicación les plantea cómo realidad única. 
La eficacia escatológoca, de las imágenes, que días pasados se mostró del accidente 'anunciado' en el convoy de TBA en la estación Once, aniquila las palabras, torpes, simuladas y fuera de temporada, de funcionarios y periodistas, en la pantalla de tv, que reiteraba más de lo mismo, sin llegar al núcleo constitutivo de lo acontecido: un desastre atroz, por la administración fraudulenta y la ausencia de escrúpulos de quienes tenian la concesión de la linea Moreno-Once.  
Estos ineptos y sicarios, hacían jugar una 'ruleta rusa' a los pasajeros de la linea ferroviaria, que día a día hacian uso del medio que los llevaba a sus actividades, cual manada mansa, silenciosa y resignada, que asistió al desastre como actores de este atroz ¿accidente? 
Puedo decir que la televisión es la agencia más grande de formación de opinión pública, puesto que la información es la piedra angular de la formación de la opinión pública. Mi argumento va precedido de la afirmación de que la información no puede consistir en un vacío de información. No digo esto a la ligera, es la perspectiva conveniente propuesta por las redes de canales de televisión y de los grupos que conforman Internet, de las interacciones pseudo-comunicativas per se.
Para estos personajes del grupo Internet, la información es cualquier cosa que esté viajando en la red. En el caso de la televisión, sobran las evidencias en cuanto al desempeño en el quehacer noticioso de este medio que representa básicamente, cuando mucho, una subinformación, que es información insuficiente, que conduce a una desinformación absoluta y engañosa, respecto, en este caso a los temas que hacen a la formación de la opinión pública y, consecuentemente, ayudando junto a la prensa escrita, en la formación de ciudadanos capaces ­o incapaces­ de funcionar como tales.
A mi entender, la información debe ejercerse desde la dialéctica, acompañada de la imagen de quien la ejerce en discurso, en contenido, y esta debe estar sujeta a un monitoreo que pueda ser clasificable en términos de veracidad, falsedad, credibilidad, precisión etc., pero debe evaluarse. Al informar debemos decir algo, y a la vez evaluar lo que decimos.
El ruido de las imágenes a repetición que desde la televisión, como también en la publicidad de gigantografías y afiches en la vía pública, bombardea al espectador, ciudadano y consumidor, tal el caso del argentino que en este tiempo asiste sin posibilidad inmediata de corroborar, lo que denominan 'noticia'. Esto es nocivo a la hora en que este ser intente asentar su mirada sobre tal o cual hecho luctuoso.
Demasiada información, que aparece y desaparece de la pantalla, sin conocer los desenlaces de lo que disparan, llámese crisis global, tema Malvinas, vicepresidente investigado, funcionario procesado, asesinato de hombre en manos de su mujer, prostitución vip o atroz ¿accidente? con mitad del pasaje herido y casi el 5% muerto...demasiado para una ¿nación? en que afirmó su diferencia desde la igualdad de lo manifestado por la presidenta electa en segundo mandato, en cuanto a un prometedor futuro con “educación para todos” en un “cambio seguro” y “la salud como prioridad”, simpáticas y alentadoras frases, si nos quedamos con la superficial síntesis de los programas fantasmas de gobierno, que sabemos que desde siempre en Argentina y en Latinoamérica se prometieron en campaña electoral, pero jamás se llegaron a cumplir, por incapacidad, no por ausencia de recursos, que sobran en el caso del “granero del mundo”.
Frente a esta situación de bajas defensas, para un pueblo enajenado en lo referente a “lo político”, hago responsables a los medios de comunicación y a quienes los dirigen desde la esfera privada y pública de subinformar a sus espectadores incautos, con información patéticamente idéntica en su tratamiento, caminando el sendero de discriminación aberrante al conocimiento y a la inteligencia, ocultando información de cables de noticias que no son ofrecidas a una platea anestesiada. Por supuesto, deviene de lo manifestado que dicha discriminación recae sobre quienes están dotados de estas cualidades.
Es evidente que “la coartada democrática” en el universo del consumo es una lógica cultural demasiado manifiesta en una comunidad materialista y consumista, similar a los candidatos en oferta de “liquidación”, que hacen pasar el consumo de objetos innecesarios, por una ‘función social democrática’ indispensable para seguir viviendo en este mundo.
La sociedad burguesa capitalista, en su lógica de clase, siempre se apoyó en la “coartada democrática” de los universales. La religión fue universal. Los ideales humanos de libertad e igualdad fueron universales. Hoy en día lo universal adopta la evidencia absoluta de lo concreto: a él responden las necesidades de un pueblo desinformado, superficial y en franco retroceso cualitativo en lo referente a lo ético y verdadero, devenidos en bienes materiales y descartables. Es el universal del consumo actuando como factor de democratización.
De este modo se puede considerar a la información, como objeto de consumo que sirven en el denominado “juego democrático”. La diferencia radica, con el objeto utilitario, en que no es necesario que sirvan y cumplan sus funciones y mucho menos el estúpido discurso reduccionista, manifestado a viva voz por el estúpido locutor, que acompaña con su voz de academia, la información. Basta que practiquen su rol de anunciantes, dando la misma categoría a un objeto publicitario que financia el programa en el aire que a la muerte de un ciudadano en accidente o asesinato, para que así el pueblo pueda visualizar sistemáticamente en devoción cuantitativa, sus tránsitos en imagen televisiva, dejando de lado el factor determinante que hace a la selección cualitativa.
A pesar de todo lo manifestado, creo en la perdurabilidad de la democracia en el mundo occidental u occidentalizado, pues no existe otra opción: en todas las teorías no democráticas los principios (teocráticos, tradicionalistas y autoritarios) de legitimidad son obsoletos. El imperio de la imagen del mundo, en la domesticidad del chisme convertido en épica de este tiempo de farándula y de infradotados en el aire. Se han convertido en mercadotecnia y espectáculo; están aquí para quedarse, la tecnología nutre el proceso. No existe forma de retroceder.
La formación de la opinión pública debe ser mejorada de inmediato, mi condición de ser que transita esta existencia lo exige...y utilizando esa misma tekné. Padres, centros de educación y periodismo valiente y capaz, hoy en fuga, deben rediseñar su camino, en resistencia a la estupidez reinante y la impunidad instalada en lo referente a los ilícitos perpetrados por el poder y que llevan un estado de caos en el que el pueblo es víctima y cómplice pasivo de un tiempo en que la simulación y la mentira los llevaron por consiguiente a una moral de esclavos.

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