lunes, 21 de mayo de 2012

YPF, Un organismo del Estado argentino, por Eduardo Sanguinetti


 

Eduardo Sanguinetti, Filósofo
“Resulta inexplicable la existencia de ciudadanos que quieren enajenar nuestros depósitos de petróleo acordando concesiones de exploración y explotación al capital extranjero, para favorecer a éste con las crecidas ganancias que de tal actividad se obtiene, en lugar de reservar en absoluto tales beneficios para acrecentar el bienestar moral y material del pueblo argentino. Porque entregar nuestro petróleo es como entregar nuestra bandera”. Enrique Mosconi.
La valiente decisión de la presidenta Cristina Fernández, de expropiar Repsol (corporación financiera, que pareciera ser de España) y nacionalizar YPF, empresa que desde su fundación, por el general Enrique Mosconi, fue del estado argentino, levantó opiniones en todo el mundo, libres de toda valoración en cuanto a sus consecuencias, que pueden ser falsas o correctas, cuestión de detalles.

Fue en la patética y atroz era menemista, que abarcó una década (los 90) de carnaval farandulesco y a la que adhirieron no pocos de los que hoy acompañan a la presidenta Cristina Fernández, tal el caso de funcionarios políticos en los más encumbrados cargos, menemistas de la primera hora y nacionalistas de nuevo cuño. Y la figura se homologa en los más diversos ámbitos, por ejemplo, el cultural, hoy remitido a la farándula y a las secciones culturales de los medios monopólicos y cipayos de Clarín y Nación, conformados por lúmpenes de nuestra pampa, caterva de ignorantes que consiguieron de modo artero, cual prostituta de ocasión, su pedazo de cielo, pintado a mano.
En resumen, señalo: como fue de urgencia y muy oportuna la nacionalización de YPF, es de urgencia denunciar, por oportunistas, mercenarios, a todos aquellos con nombre y apellido que adhieren hoy a las medidas de cariz netamente nacionalista y argentino, que nuestra presidenta, capaz, perspicaz y aguda, ha tomando de manera acertada y justa paso a paso.

La sistemática venta de nuestra tierra y de empresas con bandera argentina, como YPF en 1992, fue perpetrada por este mercader y sus fans a ultranza, que jamás dejaron de tener su sitio en la República Argentina, denunciando y discriminando, cual clero secular de alcahuetes y eunucos, a los que adheríamos y luchábamos desde un poético y patético exilio interior, por una Nación libre y soberana, tal mi caso y el de tantos otros compañeros y camaradas, como el historiador Fermín Chávez, muerto hace un lustro en total silencio y en desamparo su monumental obra escrita, Antonio Sofía un científico de fuste, Jorge Enea Spilimbergo, un brillante político, escritor y pensador argentino, dirigente del Partido de la Izquierda Nacional, que en 1995, fue anfitrión del comandante Hugo Chávez, en su visita a Buenos Aires.
Todos los que intentamos, por aquellos años, no tan lejanos, armar un frente Nacional y Popular, conformado por quienes luchamos contra la dictadura, procedentes tanto del Partido Comunista Revolucionario, el Partido de la Izquierda Nacional, el Partido del Trabajo y del Pueblo, el Partido Revolucionario de los Trabajadores, o simplemente independientes, fuimos censurados y silenciados por la fauna de menemistas que sistemáticamente recibían la dádiva del presidente-privatizador y su influyente ministro Cavallo, cuyas nefastas ideas neoliberales de vender la soberanía comenzaron en plena dictadura de tendencia capitalista y llegaron hasta el gobierno de De La Rúa; sin olvidar las consecuencias, que dieron por tierra con una era de fraude y de traición a los valores que hacen a una nación.
Cómo no recordar a Menem, que desde el programa del inefable Marcelo Tinelli, lanzaba o cerraba campañas presidenciales, dándole resultados estupendos, ante una comunidad complaciente y anestesiada. No olvidemos las célebres relaciones carnales con Estados Unidos, su carrera autista en una Ferrari rumbo a Mar del Plata, sus fiestas amenizadas con música de Charly y otros “célebres” del denominado rock ¿nacional? o del circo “pit”. Las chicas que acudían y la oligarquía que lo aplaudía en la Sociedad Rural a lo largo de diez eternos años… oligarquía prostituta, representada por la canalla gorila y doméstica.
Iniciar polémicas sobre este tema es pueril e inútil, pues nadie debe honrar el cultivo manifiesto de la ignorancia puesta de manifiesto por toda la clase política y sus acólitos, que en conductas delictivas al margen de su rol de dirigencia, negociaban a espaldas de un pueblo que ha sido estafado en innumerables ocasiones.
Aplaudo a la presidenta Cristina Fernández, pero no desconozco el desafío que deviene de tamaña decisión: gestión administrativa transparente, oportuna, efectiva, con políticas inclusivas y de participación ciudadana, que redunden, en el bienestar del pueblo argentino, en equidad e igualdad.





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