viernes, 18 de enero de 2013

Cristina y Pepe en una realidad fronteriza


Cristina y Pepe
 en una realidad
 fronteriza

Eduardo Sanguinetti
filósofo rioplatense



Las impresiones dominantes en la superficie se asimilan a mi deseo de “un país para todos”, adhiriendo a los sentidos e inteligentes discursos de la presidenta de mi país, Cristina Fernández, cuando manifiesta que es preciso, indispensable y necesario contestar al sistema que desean imponer los dinosaurios del peronismo atávico, fascista y clientelista, sumado a una oposición espectral, encabezada por los funcionarios de este mismo gobierno, haciendo vergonzosas y desleales campañas políticas en uso y abuso de su cargo.


Las impresiones dominantes en la superficie se asimilan a mi deseo de “un país para todos”, adhiriendo a los sentidos e inteligentes discursos de la presidenta de mi país, Cristina Fernández, cuando manifiesta que es preciso, indispensable y necesario contestar al sistema que desean imponer los dinosaurios del peronismo atávico, fascista y clientelista, sumado a una oposición espectral, encabezada por los funcionarios de este mismo gobierno, haciendo vergonzosas y desleales campañas políticas en uso y abuso de su cargo.
Tal el caso del siempre previsible y conservador motonauta, Daniel Scioli, gobernador de la Provincia de Buenos Aires, quien ha transitado los diversos paisajes que el peronismo ofrece, ocupando cargos de diputado menemista en los noventa, vicepresidente de la Nación en el 2003, ¡quién lo hubiera imaginado, Daniel!… Pero todo es posible en la historia de la Argentina secreta, donde los cargos políticos, por amiguismo, son el destino habitual de todo aquel sin rumbo en la vida.
No puedo dejar de citar a los “gordos” sindicalistas, a Macri y su “montón lerdo”, a los gerentes de multinacionales y los actorcitos y prostitutas de bien, con pasado para el olvido, volcando sus pretendidas dudas existenciales en entrevistas pautadas en los monopólicos medios que todo lo malogran, presionando desde todos los frentes para ubicarse en la vereda del sol, cuando la sombra sería su sitio.
Ya conocemos las dificultades que enfrenta, tanto dentro como fuera de su gobierno, la presidenta Cristina Fernández y quienes adherimos a su manifiesto de “una Argentina para todos”, día a día manifestado por ella, con sentido vital y ánimo de dar un giro de 180 grados a una nación gobernada siempre por trepadores, incapaces, fabuladores y oportunistas, políticastros de poca monta y de otro tiempo.
Todos los que intentamos comunicar excitaciones e inquietudes que devengan en un cambio de paradigma, desde un ambiente ‘totalmente en movimiento’ a otro estático, como el que intenta instalar una oposición ortodoxa, anacrónica y fascistoide, “totalmente cerrada”, a años luz del “deber ser” de este presente por el que transitamos. Hago extensivas mis palabras a la realidad que transita el gobierno de José Mujica, a quien sigo proponiendo como candidato al Nobel de la Paz y de quien he manifestado hace ya cuatro años, en este medio, que inauguró un modo de hacer política, un “estilo Mujica”, resistido por una oposición mezquina y pacata, además de especulativa y masónica, que hace que el tránsito hacia un socialismo en plenitud no llegue a instalarse en la región. En esta misma línea son prioritarias políticas de Estado que apunten a la activación de puertos de aguas profundas, impuestos a los que más tienen, reforma agraria, ley antimonopolio, creación de cooperativas de trabajadores en todas las áreas, descentralización de las grandes urbes y el poblamiento del interior, entre otras políticas indispensable para la economía de la región; pero vayan a convencer a la obtusa oposición, representantes esclavos de las multinacionales del neoliberalismo, siempre en su puesto de criticar, sentenciar y aniquilar todo proceso de cambio real a favor de los pueblos


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