miércoles, 28 de agosto de 2013

EL INTELECTUAL Y SU DOBLE

EL INTELECTUAL Y SU DOBLE
Eduardo Sanguinetti 

Filósofo Rioplatense

 Los intelectuales de América Latina tienen hoy la obligación de apuntalar las conquistas alcanzadas en los gobiernos de tinte socialista de la región y que exceden a la fidelidad exclusiva a su vocación.

Esta obligación de asumir un carácter político revolucionario toma un carácter ineludible, cual instancia ética de la “intelligentzia” hacia los embates violentos de la burguesía y de las monopólicos medios denominados de comunicación, que en su afán indisimulable de distorsionar la realidad recurren a mercenarios rentados, camuflados de periodistas o escribas del mercantilismo neoliberal.

Debemos recordar a Julio Cortázar, denostado en su tiempo por haber vivido en París y haber aceptado la ciudadanía francesa, sumado a las críticas al adherir a la revolución cubana y a todas las revoluciones de carácter socialista.

En mi opinión, cuántos intelectuales como Cortázar son necesarios hoy, donando un premio en dinero a la resistencia chilena, o un García Márquez donando a su turno otro premio, para financiar un movimiento socialista en Venezuela y su afecto a la revolución cubana.

Hoy más que nunca, si la categoría de intelectual aún tiene vigencia, los que son mencionados como tales deben asumir sin vueltas ni juego de alusiones que América Latina vive en una sociedad de revoluciones rezagadas. América Latina está preñada de un niño por nacer que se gestó en las guerras de Independencia y que aún no ha logrado nacer.

La “Patria Grande”, que no pudo ser en tiempo de Artigas, San Martín y Bolívar, debe dirigirse a constituirse, cueste lo que cueste, con el compromiso irrenunciable de los intelectuales del tercer milenio, gestando sus obras recreadas con palabras, el fragmento de humanidad que vive y palpita en esta, nuestra tierra.

En Argentina se está llevando a cabo un proceso de degradación de la presidenta Cristina Fernández, de su innegable capacidad de gestión y de su ser, llevada a cabo día a día por esclavos rentados y alcahuetes de un sistema necrótico ultraliberal al servicio de los intereses de una burguesía ignorante, con sus bajos instintos en acto de violentar y destruir la investidura presidencial y su imagen, sin reparar en los daños producidos en un pueblo anestesiado y manipulado por la mentira puesta en acto por las corporaciones económico-mediáticas.
Estos monopólicos medios de comunicación, en consonancia con los de la derecha uruguaya, tan afectos a ser genuflexos con las multinacionales que operan a piacere.

No es difícil comprender que la ideología implícita de la “intelligentzia”, formada en una comunidad semicolonial, tal el caso de nuestras naciones, ha sido siempre la expresión del conformismo y de la cobardía en acto, aceptando los valores establecidos por el imperio y sus tendencias. Los rebeldes fueron excluidos de ella y los otros han podido sobrevivir en cargos públicos, escribiendo en los magazines dominicales de los monopólicos medios de información basura y los privilegiados en las escalas inferiores de cancillerías. Tal el estado de las cosas, aún hoy.

El despliegue de los servicios secretos de EEUU en Argentina, por su política nacional y popular, es demasiado evidente, como los aliados locales que podemos encontrar en la parasitaria oligarquía, en la burguesía en leve ascenso. Lo que manifiesto no es novedad, pues cada vez que alguna nación de América Latina o de otra región semicolonial del mundo adopta ciertas medidas de autodeterminación y de alguna manera afectan el statu quo, el imperio utiliza las justificaciones de la corrupción o la conspiración terrorista.

No olvidemos jamás que el director de la CIA admitió ante el Senado de EEUU que se han empleado en 1973 once millones de dólares para preparar el derrocamiento del doctor Salvador Allende en Chile, justificados en “acciones encubiertas”.

Ante esta situación, sería muy útil el accionar de los intelectuales, si existe tal categoría hoy, para apuntalar un gobierno como el de Cristina Fernández, jaqueado por un puñado de cipayos, sobrevivientes de una Argentina petrificada desde los tiempos de Uriburu y darle cabida a este gobierno, elegido por más de la mitad de argentinos, que no entrarán al porvenir retrocediendo.

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