martes, 24 de septiembre de 2013

Desvaríos

El País, Carlos Boyero
 Aseguran los rótulos de las tertulias televisivas que el pintoresco personaje Francisco Marhuenda dirige un periódico llamado La Razón. Es el primer enigma de su personalidad. En los muchos años que llevo frecuentando periódicos he constatado la presencia física y casi cotidiana en ellos de las personas que los dirigen. En algún caso, ofreciendo la sensación de que no solo dirigen el periódico, sino que también viven en él, que la profesionalidad se ha adueñado hasta extremos abusivos de su existencia.
 Por ello, me asombra el misterio de que cada vez que enciendo la televisión, en múltiples cadenas, mañana, tarde y noche, aparece inevitablemente este hombre compartiendo los debates políticos, ofreciendo sus impagables opiniones sobre la actualidad. Sé que existe el don de la ubicuidad y que esta ha protagonizado inolvidables relatos de fantasmas, pero sigo flipando sobre el proteico milagro de parir día a día un periódico desde los platós de las televisiones.
 Y deduzco que este surreal analista de la realidad puede hacer pensar a cualquier espectador mínimamente racional que lo que dice no va en serio, que obedece a un guion voluntariamente esperpéntico, a una farsa con pretensiones cómicas, al disparate como supremo género humorístico, le ofrece un espectáculo jugoso y amortizable a las televisiones (la barbarie militante puede tener poder adictivo para el alucinado espectador) y que necesitaban desesperadamente encontrar un sustituto a la altura discursiva del inolvidable Ignacio Villa, algo tan grotesco y viscoso que posea capacidad para alterar el sistema nervioso de cualquier receptor con dos dedos de frente. Aunque tampoco imagino que abunde excesivamente el intelecto entre los enganchados a los infinitos y clónicos debates televisivos dedicados a la innegociable misión de arreglar España.
 Muestran en el programa Al rojo vivo imágenes de las masacres que perpetra el ejército egipcio con esos Hermanos Musulmanes que ganaron democráticamente las elecciones y a los que además de balearlos, los van a ilegalizar. El templado Marhuenda afirma vehementemente: “El ejército egipcio es muchísimo más democrático que Morsi y sus seguidores”. Con dos cojones. ¿Fascismo sin complejos, embriaguez o solo cinismo?  







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