miércoles, 12 de febrero de 2014

MUJICA, LA POBREZA Y LA DELINCUENCIA



MUJICA, LA POBREZA Y LA DELINCUENCIA
JORGE PASCULLI

En un momento donde en nuestra sociedad hay personas que matan a otras por unos pesos, no por necesidad sino muchas veces para consumo de pasta base o para comprarse cosas caras, que no resultan imprescindibles para su vida, es importante volver a detenernos en los conceptos y forma de vida que han hecho de Mujica un referente para muchos uruguayos.

En su ejemplo. Y de las enormes repercusiones que sigue teniendo en el mundo. Para nosotros ya no es novedad cómo vive, qué piensa, qué ha hecho en su vida por un mundo más justo, más igualitario. Pero cada vez más personas de todo el mundo toman contacto, se sorprenden, valoran y apoyan.

Una prueba más es lo que está pasando en Internet con notas sobre él de hace dos años incluso, con la profusión de reportajes internacionales, con la idea en varios países de proponerlo para el Premio Nobel de la Paz.

Porque mucha gente está harta de la vida sin sentido que nos propone el consumismo. Mucho progreso para algunos, más confort, nuevos modelos de esto y aquello, más medios tecnológicos, pero al mismo tiempo más infelicidad, más soledad, más individualismo, aún en las personas que “lo tienen todo” desde el punto material. Este es un tema de todo el mundo, por eso Mujica llama la atención y toca el corazón y la conciencia de personas de diferentes regiones y culturas.

Mujica ha expresado varias veces su modo austero de vida y explicó con ejemplos a qué se refiere. Habló de la Biblia, de Aquiles y de Séneca, quien “había llegado filosóficamente a esa definición de que pobre es el que necesita mucho para vivir”, dijo.

“Veo demasiada gente desesperada -sobre todo gente madura- por la multiplicación de la plata, por la acumulación, como si fueran a comprar vida, a prolongar la vida o como si se la fueran a llevar al cajón”, agregó el mandatario.

Para Mujica es entendible que un hombre joven o una familia joven se preocupen por su porvenir. “Pero llega una etapa de la vida en que uno empieza a tener la visión de que está por una para salir y ¿qué sentido tiene la acumulación y la desesperación por juntar plata?”, se preguntó.

Mujica recordó que fue muy difícil para los trabajadores lograr la jornada de de ocho horas y agregó que incluso varios gremios consiguieron acortar su horario, pero en cambio criticó: “y consiguen dos trabajos y si es posible tres. Entonces pará un poco”.

Aclaró que no hace apología de la pobreza ni apunta a que la gente se prive de lo elemental. “Pero es una carrera interminable si uno se deja arrastrar por un mundo pautado por la acumulación, por el mercado, que quiere que uno compre y compre, pagando cuotas y persiguiendo la zanahoria de la felicidad sin alcanzarla nunca”, afirmó.

Para Mujica la felicidad es “tener tiempo para esas cosas que a uno lo motivan”.

Se habla de muchas cosas, mucha palabrería, mucha bobada, pero de las cosas que realmente hacen al sentido de la vida de todos nosotros, muy poco.

De estos temas –que no son estrictamente políticos, a los que no les conviene hablar de ello los descalifican como “filosofía barata”- hay que hablar. Y hablar con los jóvenes. Hay que hablar, y hablar de la vida, sin miedo ni vergüenzas. Por lo visto, aquí y en todo el mundo, hay una gran necesidad de sinceramiento, de reencontrar valores esenciales y humanos en un mundo que se nos va de las manos.
 

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