miércoles, 26 de febrero de 2014

Operación PALACE II



Operación PALACE II
Juan Henríquez

La Sexta en la pasada noche del domingo, coincidiendo con el 33º Aniversario del 23-F, Jordi Évole presentó un falso documental del asalto al Congreso  de los Diputados por el teniente coronel Tejero, imaginando que todo aquello había sido un blando golpe de Estado en el que el Rey y la democracia salieran fortalecidos. Tengo que decir al respecto, que esa idea falsa del golpe, pasó por la mente de muchos españoles aquel, y siguientes días al 23-F, aunque no es menos cierto, que militares, o parte importante de la cúpula militar en aquellos momentos, la Iglesia católica, y organizaciones de ultraderecha, deseaban regresar al régimen franquista.
Aquella tarde a mí me tocó, con la ayuda de los compañeros/as, cargar el Mazda/verde con todos los archivos de la UGT, en especial los que contenían Las fichas de los afiliados al sindicato. Me subí al coche y salí en dirección a Las Lagunetas, donde encontré un refugio, alejado de la circulación de vehículos y personas, y pasando más frío que una estera al intemperie, esperé pacientemente, hasta que el transistor anunció, a las tantas de la madrugada, el abandono del Congreso por parte de los golpistas. Por fortuna no tuve que quemar los archivos, que era la misión que me habían encomendado los compañeros.
En el documental del falso golpe, me pasó por la cabeza la idea de que algo similar, pero cierto, debería producirse para impedir el quebranto democrático y la desobediencia civil. Me explico. Que todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria acuerden abrir un debate social para reformar la actual Constitución española, de acuerdo con las demandas de la ciudadanía, aceptando que aquel consenso logrado durante la transición ha quedado obsoleto.
Pero cómo quiera que los actuales políticos/as y el sistema que custodian, no están por la labor, debemos de ser nosotros/as, la sociedad civil, la que ejecutemos un PALACE II y los pongamos de patas en la calle y hagamos las necesarias reformas. ¡Pero ya!

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