lunes, 6 de octubre de 2014

OTRO PRESUPUESTO DE CRISIS

OTRO PRESUPUESTO 
DE CRISIS

ESCRITO POR  PEDRO MONTES

 La parsimonia y lenidad de las direcciones de CCOO y UGT, que en su deslavazada actuación en las luchas políticas y sociales que tienen lugar no encontrarán respuesta a las demandas planteadas al presidente Rajoy, en particular la desolación que sufren los trabajadores en paro de más de 45 años.
El presupuesto para 2015 presentado por el gobierno del PP es un documento complejo, acopia gran cantidad datos y ofrece múltiples elementos de crítica, que irán apareciendo a medida que los distintos sectores sociales vayan  desentrañándolos y comparándolos con los de años anteriores. Se dispondrá entonces de información detallada sobre las carencias, incoherencias y aberraciones que contiene.

Como, por ejemplo, el peso desmesurado  adquirido por la carga de intereses de la deuda, 35,000 millones de euros;  la disminución del 15% de los gastos de protección a los parados -no tanto por una reducción del desempleo como por agotamiento de los derechos de los parados-; la ridícula subida  de las pensiones, con ese 0,25%  anunciado; o el castigo a los  funcionarios con otro año de congelación salarial tras recortes previos, así como otro año más de incompleta reposición de las plantillas del sector público. Por no mencionar la prevista elevación de los ingresos públicos a pesar de las rebajas fiscales realizadas o valorarlo como  un presupuesto que “consolidará” la recuperación, cuando está dominado por la austeridad y ha sido elaborado con el objetivo de reducir el déficit público.

La lista puede ser inacabable. Los análisis detallados de los presupuestos para 2015 irán esclareciendo su contenido y la tendencia ideológica de sus redactores, y mostrarán indefectiblemente la  reaccionaria y hasta cruel política económica y social del gobierno del PP, el cual, paso a paso,  va implantando su concepción del modelo social que debe prevalecer y levantando barreras para hacer imposible el regreso al nivel del estado de bienestar alcanzado en el pasado. Buen ejemplo de esto último es su política de  privatizaciones.  

Y van siete

No obstante, creo que lo principal sobre lo que hay que llamar la atención es que se trata de unos presupuestos que, un año más,  delatan a un país en  profunda crisis.  Si tomamos septiembre de 2008 como inicio de ésta con la quiebra del banco norteamericano Lehman Brothers, llevamos ya seis años de crisis y vamos a iniciar  el séptimo de desolación, de paralización del país, de tiempo perdido,  sin  perspectivas serías y fundadas de que lo peor ha pasado. En esta crisis que parece interminable, el presupuesto de 2015 va a profundizar el malestar y la desesperación de la sociedad, no existiendo en la mente de las dirigentes de este país ninguna alternativa que nos permita vaticinar la finalización de esta situación. Cada año vuelven a aplicar las mismas recetas fracasadas e  insisten en la  absurda y perversa política de la austeridad.  Reflexionar sobre esta plaga o designio que nos ha sobrevenido no estaría de más, porque a lo mejor concluimos que no tiene un  carácter divino y que está originada por  causas que son corregibles.  

El gobierno, desmelenado en su campaña (electoral, cabe decir) de que la crisis ya ha vuelto la esquina y es asunto del pasado -hecho desmentido por numerosos hechos  adversos, al punto de que empieza a fallarle su confianza como Guindos ha señalado ante el estancamiento de las principales económica de la zona euro-,  ha bautizado al presupuesto de 2015 como “el de la recuperación”. Pero, cuando se contempla el cuadro final que tendrá el país al final del año próximo, sus propias previsiones son estremecedoras y muestran que se estará muy  lejos de tener sentadas las bases necesarias para la recuperación y salida de la crisis.

Es muy difícil que, en 2015, se alcance el 2% de crecimiento del PIB, con la crisis europea y  la política interna de continuar con la austeridad y los recortes. Tampoco se reducirá el paro en la medida que propaga el PP, si bien, con la actual descomposición del mundo laboral, esto sería posible teniendo en cuenta que, de un puesto de trabajo normal, bien parcializado y precarizado, pueden generarse varios “nuevos empleos”. Una tasa de paro prevista para finales del 2015 del 23% es un gran drama. Y, por  supuesto, la crisis social, con sus rasgos de desigualdad, miseria, sufrimiento, marginación, desatención, desahucios, hambre y desesperación, se agudizará pues el paso del tiempo actuará como un factor de degradación. A este respecto, la caída de los gastos de protección a los parados es una grave provocación.

Y todavía hay que resaltar, no sólo que los peligros de una agravación  de la crisis están latentes,  sino  que la vulnerabilidad de la economía española va ganando grados continuamente, aunque sólo sea por elevado nivel que tiene el endeudamiento general y el persistente aumento de la deuda pública. El próximo año, cuando ya alcanza el 100% del PIB,  seguirá creciendo en unos 45,000 millones de euros, como consecuencia de que el déficit público, a pesar de la política de austeridad, seguirá siendo muy alto, el 4,2% del PIB según la proyección del gobierno.  Se estima en 243.000 millones de euros los recursos que el Tesoro habrá de obtener en los mercados financieros para afrontar las amortizaciones de deuda pública y el déficit del año. Sin perder de vista que, a estas alturas, es difícil calibrar cuál será el verdadero alcance del déficit, considerando las posibilidades de camuflaje o la prolongada falta de atención que sufren las infraestructuras y los servicios públicos.  Por poner solo un ejemplo, los hoyos y parches de las carreteras  también son déficit público.

Para herencia,  la del PP

Si la opinión de que el presupuesto de 2015 revela la profunda crisis del país, su continuidad porque el presupuesto no resuelve nada y su posible agravamiento tiene credibilidad y solvencia, de ello emana una crudísima cuestión para la izquierda, sobre todo para los que creen que se ha abierto la posibilidad de un cambio de gobierno.

Hay que levantar una resistencia contundente a los planes del  PP, pues su política destructiva agrava todos los males del país y obstaculiza las soluciones en el futuro. En esto hay un razonable acuerdo de todas las fuerzas y organizaciones de la izquierda, si bien no todas actúan con la misma firmeza ni coherencia. Es de destacar, por evidente, La parsimonia y lenidad de las direcciones de CCOO y UGT, que en su deslavazada actuación en las luchas políticas y sociales que tienen lugar no encontrarán  respuesta a las demandas planteadas al presidente Rajoy, en particular la desolación que sufren los trabajadores en paro de más de 45 años.

No obstante, tampoco andan sobrados de coherencia, por decirlo sin acritud,  todos aquellos que, denunciando la política de la derecha y peleando con energía y contumacia, no acaban de comprender que la última e incuestionable justificación del gobierno a tales políticas se deriva de la quiebra económica del país, atrapado en unas deudas impagables, y por los compromisos y exigencias que impone la Troika.

La denuncia, la resistencia y la oposición no eximen de la responsabilidad  de  intentar dar solución a los problemas del país, de elaborar una alternativa solvente y creíble, que inevitablemente tendrá que rupturista cuando no se dispone de ningún medio apropiado para afrontarlos.  La cruda cuestión es cómo la izquierda puede  poner  remedio a esta aterradora crisis económica y social.

En esta situación de continuidad de la crisis, el presupuesto para 2015,  elaborado en el contexto de la pertenencia a la unión monetaria, pone de nuevo sobre el tapete temas que ineludiblemente deben abordarse en todas las mesas, encuentros y proyectos de confluencia que en estos tiempos comprometen la actividad política de todas las izquierdas.


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