sábado, 15 de agosto de 2015

“EL ROSTRO DEL MIEDO”

“EL ROSTRO DEL MIEDO”

POR EDUARDO SANGUINETTI
Más allá de los ismos y lo que nos deparan, determinando políticas, ideologías, economía, religión, espiritualidad etc., me levanto y digo: “Mi felicidad, libertad, dignidad… ¡Todo lo tengo aquí!, en mí… en esta frase, solo pretendo operar en un discurso de la verdad, no la verdad, manifestada sin “miedo”.

No puedo dejar de manifestar que el “miedo”, toma carácter de sujeto en acto, además de paralizar, a los individuos que lo experimentan, que no son otros, que hombres y mujeres, que componen las más diversas comunidades… se le asigna al “miedo”, consciente o inconscientemente, un desmesurado espacio en el acontecer de las existencia de las naciones, los grupos étnicos y las familias inclusive.

La construcción de la historia, escrita con “miedo”, desdibujará lo realmente acontecido y lo por acontecer en el devenir de la humanidad… el “miedo” es la proyección de todo, las miserias que se prolongan a lo largo de siglos… el “miedo” en calidad de deidad suprema, aníma los actos de los pueblos… el “miedo” hacia lo conocido, lo desconocido, fuera de espacio y tiempo: una ficción… el “miedo”, que hace que los peores dicten en nuestras vidas: un genocidio… el hombre debe ser superado, en su afán liberador, en vender, en el día a día, su alma, espíritu o como se desee denominar, a lo que nos debe elevar a carácter de héroes de nuestra propia existencia.

Los poderes, políticos, empresariales, mediáticos, con la consigna de instalar “miedo” en el espacio de nuestras naciones, por el estado de “inseguridad”, en que vivimos: ¿Inseguridad? Que, como espectáculo ultramediático, fue instalado por el poder, potencializa aún más el “miedo”, que convive con el ciudadano, en una existencia humillante y degradante… las fuerzas políticas, utilizan el “miedo” como recurso para las movilizaciones de los pueblos, generando un apoyo, basado en el “miedo”, no en la certeza.

Al ciudadano sólo puedo decirle, que se levante encima de la media y haga valer todos sus derechos de los que debe gozar, no sufrir, y los ponga en acto, pues estamos en Estado de Derecho, ¿o no es así?… ¿Qué esperamos para instalar el debate en nuestra comunidad? Y lo hago extensivo a todas las naciones de nuestra Suramérica, donde los derechos humanos tan proclamados y tan poco aplicados, se lucen por su ausencia.

La vida en Latinoamérica tan limitada en sus fines e ideales, solo sigue fórmulas ya perimidas, huyendo de la confrontación de ideas; pareciera condenada a políticas neocoloniales, de sumisión y entrega… destruyendo vidas y rutinas, de pueblos, con “miedo”.

No ignoro las dificultades a las que debemos enfrentar, cuando intentamos comunicar inquietudes, excitaciones, denuncias, desde un medio abierto a otro cerrado, desde un ambiente “totalmente en movimiento”, a otro “enteramente parado”… sabemos: basta mostrar un mínimo de entusiasmo o participación, frente a un país “que simuladamente lo está poniendo todo en discusión”, para que nos caigan encima, a los destructores de absolutos y evidencias, las reacciones de la iracunda pereza, las ironías de la periferia que se toma por centro, los escarnios del escepticismo… pero no nos engañemos, repensar, Argentina, o toda Latinoamérica, y porque no, el mundo, significa establecer un diálogo con la “falsa modestia”, en fin, los pueblos, con su “miedo” a cuestas, no aprenden a juzgarse ni tan ruda, ni tan duramente, en su cobardía… es “miedo” al “miedo”, los que llevan a las personas a entregar su libertad, por un cautiverio, en ¿seguridad?

No nos convirtamos en víctimas, fracasados, cobardes, en la economía de nuestros propios recursos en acción y discursos, marcando el trayecto de una historia, la de nuestro tiempo, que se debate entre utopías y derrotas, entre voces, silencio y “miedo”.

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