viernes, 30 de octubre de 2015

AMANECE

AMANECE

DUNIA SÁNCHEZ
Amanece.  En una casa de paredes de pintura carcomida se halla madre e hijo. En una habitación. En la cama la madre. En un rincón sentado en el suelo el hijo.

 Pero a dónde vas hijo de las mil lunas a estas horas.
Nada, busco agua. Si agua que has de beber, que debo de beber. No ves que esta sequedad nos estás matando.
Si, cierto. Pero no robes a nuestros vecinos, ello traerá una batalla campal donde  a ti no te quedará ni el suspiro.
Que no robe. Pero que dices madre. No puedo más. Estoy cansado y sediento…tanto que mis fuerzas son nimias. Necesito beber y tu también de esa agua que da la vida. Mira nuestro pozo, contaminado.  Si  muero por ese delito lo prefiero antes de contaminarme con ese lodo.
No hijo. No. Te matarán, mira que eres bestia. No comprendes. Ya vendrán tiempos mejores. Aguanta, aguanta…hasta que la lluvia rebose nuestras bocas, humedezca nuestros labios.
Estás loca madre. No te ves. Ahí encamada sin nada que llevarte a la boca solo pan y pan. Agua. Sí agua que engendra la vitalidad, el surcar por estos campos aislados de todo bullicio. Iré madre y al primero que tenga agua potable se la pediré sino….
Sino qué. Dime, dime….lo matarás.
Si madre.
Dios santo de todos los Cristos que el demonio no invada esta casa, esta casa oxidada, derruida por tanta mierda. La miseria nos abate, la miseria nos daña, la miseria nos corrompe. Pero hijo…Dios Santo de todos los Cristos  no hagas barbaridades. No me dejes sola.  No ves mi estado.
Si, madre. Veo tu estado y por ello soy fusil al encuentro de tu vida. No es fácil. Pero me hallo descosido al verte tan decaída. Maldita pobreza. Adiós madre, voy a por el agua. Agua que has de beber, agua que he de beber nada más.
Hijo ¡Hijo¡ Aquí te espero, siempre te esperaré…

Y se fue, con la sombra de un sol que llagaba sus ojos, con la rabia de una madre muerta

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