lunes, 21 de marzo de 2016

CIELO Y METEOROLOGÍA EN “SEMANA SANTA”

CIELO Y METEOROLOGÍA EN “SEMANA SANTA”
MOVIMIENTO POR LA UNIDAD
 DEL PUEBLO CANARIO
La eufemísticamente denominada “Semana Santa” es una fiesta ancestral, de carácter astronómico y, por lo tanto, perteneciente al calendario científico, específicamente al calendario lunar de los guanches y otros pueblos, el Equinoccio (igual duración entre el día y la noche), primer Plenilunio o primera luna llena de la primavera, que se conmemora desde tiempos inmemoriales y, desde luego, muchísimo antes del nacimiento de Cristo.

Este acontecimiento astronómico desestabiliza la atmósfera, probablemente por ajustes gravitacionales en el sistema, lo que trae como consecuencia la inestabilidad meteorológica en este pariodo del año lunar guanche y el interés en el mismo tanto por los agricultores como por el mismísimo Vaticano aunque, obviamente, por motivos diferentes.

La aplicación que los agricultores hacen de este extraordinario descubrimiento consiste en la utilización del conocimiento del mismo con fines agrícolas, procediendo a la plantación de cosechas y el almacenamiento de agua principalmente aunque no exclusivamente, de ahí la importancia de mantener vigente el calendario lunar guanche e incluso avanzar en la elaboración del calendario científico.

Otra cosa bien distinta es el uso torticero que se hace de los descubrimientos científicos de los pueblos, especialmente grave cuando vienen de quienes históricamente han renegado de la ciencia, los científicos y sus descubrimientos, como le ocurrió a Galileo cuando demostró sin duda alguna lo que ya conocían los guanches de antes: la Tierra gira alrededor del Sol y no al revés como sostenía la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, la misma que aún tiene una deuda histórica con el pueblo canario al haber autorizado su sometimiento colonial mediante la bula “Tue devotionis sinceritas” emitida por el papa Clemente VI, todavía vigente (referencia 16 del link). Galileo fue condenado a ser quemado vivo en la hoguera si no renunciaba a su descubrimiento, cosa que hizo en defensa de su vida y la de su familia, no sin antes añadir a su renuncia un lacónico “sin embargo se mueve”.

La tentación eclesiática de conmemorar la muerte y descabellada idea de la resurrección de Cristo en el primer Plenilunio de la primavera tiene una relación directa con el impacto que los rayos, truenos y centellas producidos por la inestable atmósfera produce en los incautos e ignorantados feligreses, como divino castigo a la inhumana muerte de Cristo a manos del imperio romano que, crueldades de la historia, se llevó a la mismísima Roma la iglesia fundada por Juan “el bautista”.

Estas cuestiones las resuelve la Vaticana institución en concilios y fue el de Arlés del año 314 de la era cristiana el que ordenó la conmemoración de la pascua (reiteramos, la descabellada idea de la resurrección de Cristo) el mismo día en todas partes (los guanches tenemos nuestro propio calendario y, actualmente, estamos en el año 2965, empezamos a contar exactamente 949 años antes, por lo que estamos ya próximos a entrar en el cuarto milenio). La cuestión se volvió a tratar en el concilio de Nicea del año cristiano 325, que resolvió el disenso entre los cristianos de Roma y los de Alejandría acordando encargar a Alejandría la fecha de la celebración de la pascua, que la comunicaría a Roma y esta al resto de la cristiandad.
Fue el monje y matemático Dionisio el Exiguo, en el año 525, el que convenció a la Curia Romana, de la que era miembro, para celebrar la “Semana Santa” en la primera luna llena de la primavera.

No es el único caso documentado en la histora de la manipulación de los conocimientos ancestrales de los pueblo en beneficio de las instituciones, tanto políticas como religiosas. Los sacderdotes egipcios eran conocedores de los movimientos del cielo y capaces, por lo tanto, de preveer los eclipses tanto solares como lunares. Cuando algún faraón urgía la finalización de sus faraónicas obras, como las pirámides, símbolo de su poderío y ejemplo de todos los regímenes fascistas, encargaban a los sacerdotes reunir al populacho, justo antes del eclipse de sol, mediante el cual el dios Ra, según ellos, traía la oscuridad adelantando la noche como castigo por la lentitud en el trabajo de construcción de las citadas pirámides.


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