jueves, 14 de abril de 2016

EL COMPLOT CONTRA SORIA

EL COMPLOT CONTRA SORIA

JUAN CARLOS ESCUDIER

Por puro divertimento, la francmasonería, el judaísmo internacional, la Orden del Templo de la Rosa Cruz, los Apóstoles de Cambrigde y -posiblemente aunque sin confirmar- los Iluminati han pergeñado un complot contra el ministro de Industria José Manuel Soria, con el único objetivo de dejarle en ridículo y que nos echemos unas risas a su costa. Soria, que siempre ha sido un señor muy serio menos cuando jugaba a ser la undécima reencarnación del Dalai Aznar y le imitaba en el bigote y en los gestos, está a merced de estos conspiradores tan cachondos.

Por lo que se sabe hasta el momento, las organizaciones secretas antes mencionadas han logrado introducirse en varios registros mercantiles para falsificar la presencia de Soria y de su hermano en distintas sociedades, ya san offshore, onshore o sólo shore, lo que está obligando al ministro a cambiar su cuento más veces que el de Caperucita. Así, del ‘nunca he sido administrador de una empresa en Bahamas’, pasó a ‘he trabajado con una empresa británica en la nunca participé y me he enterado por la prensa de que la creó mi padre’, hasta ‘sí, vale, yo mismo monté una empresa en Reino Unido pero nadie me preguntó por ella’.

La situación tiene al doble de Aznar muy desconcertado porque se ha extendido la especie de que miente más que habla y nadie sabe cuál será su próxima versión cuando vaya al Congreso y haga memoria. La locuacidad del ministro contrasta con el silencio de su hermano Luis Alberto, que también ha debido de quedarse con un palmo de narices al descubrir cómo los francmasones, porque seguro que han sido ellos, falsificaban su firma para hacerle pasar por administrador de una empresa en un paraíso fiscal.

A fin de cuentas, Luis Alberto es un emprendedor, siempre oteando las oportunidades de negocio. Una de ellas se presentó hace ahora tres años cuando su hermano, desde el Ministerio, despejó los obstáculos para las explotaciones petrolíferas mediante fracking y a la semana siguiente ya había constituido una sociedad en Londres para el comercio de materias primas, esencialmente petróleo, denominada Montcalm Oil and Trading Company Limited.

Obviamente, no es descartable que se trate de una nueva manipulación del registro comercial británico, que es como la casa de tócame Roque, aunque de no ser así resulta cuando menos sospechoso que el visionario Luis Alberto diera el pase de esta sociedad un año después a una firma española de idéntico nombre (Moltraco de acrónimo). Y que esa venta simbólica se produjera apenas unos meses antes de que el Gobierno, o sea, el Soria ministro, diera luz verde a las prospecciones de Repsol en aguas canarias, que ya se sabe que hay mucha maledicencia en el mundo y alguien podría sumar dos y dos. Dicen que la empresa ahora está dormida porque ni hay petróleo en Canarias ni interesa explotarlo al precio actual, así que no hagan ruido para no despertarla.

La peripecia del ministro Soria recuerda a los personajes de El Cementerio de Praga de Eco, el capitán Simonini y el abate Dalla Piccola, que siendo la misma persona no recordaban lo que uno y otro habían hecho el día anterior. Todo puede esperarse de este Mortadelo de la política que cada vez que se dejaba bigote le entraban ganas por invadir Irak. Como bien sabían Simonini y su alter ego, porque ellos mismos se la inventaron, hay una conspiración judeomasónica internacional y los Soria son sus víctimas propiciatorias.

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