lunes, 9 de mayo de 2016

“DESDE LOS BORDES”

“DESDE LOS BORDES”
EDUARDO SANGUINETTI.
FILOSOFO
Adhiriendo a mí sentir y pensar, desde siempre, dejo en claro, que no me asimilo a partido político alguno. Sin dobleces me manifiesto en verdad y dignidad, sin ellas, ¿para qué vivir?… Tengo muy definido, un estilo de ser y estar en este mundo, asimilándome a ideas e ideales, que tiendo a legitimar en acto… no me agrada, me encasillen en tal o cual ideología de ocasión, los militantes deprimentes, funcionales a la estafa y el fanatismo… he caminado lo suficiente, para comprobar, que las atrocidades, cometidas en nombre de líderes carismáticos, democracias fingidas, religiones y dioses inexistentes, fórmulas económicas que solo benefician a unos pocos oligarcas y sus gobernantes cómplices, sumen en el hambre y la indigencia a miles de millones.

Con la certeza, de que el modo de producción y distribución capitalista, en el marco de sus propias contradicciones, no hay desarrollo sustentable ni esperanza de sobrevida para nadie, no me queda otra alternativa que denunciar al sistema. La calidad de vida dependerá de las posibilidades que tengan las personas de satisfacer adecuadamente sus necesidades humanas fundamentales. Surge entonces la tercera pregunta: “¿cuáles son esas necesidades fundamentales, y quién decide cuáles son?”.

Donde hay representación hay dictadura del simulacro político. La lucha contra la representación en espacio político y de las instituciones que lo conforman, debería ser la orden del día, para no perpetuar la farsa de una democracia simulada.

Ha llegado la hora, de que la humanidad esté activa, empoderada y organizada, velando directamente por sus intereses, en fin, que ejerza la soberanía y la democracia de forma participativa y cotidiana, no solo confiando su opción electoral periódicamente en elecciones fraguadas, entre pactos y negociados, llevados a cabo, por los de siempre: oligarquías que lo han colonizado todo, sindicatos funcionales a estas y medios de publicidad, que instalan un espectáculo mediático, desde donde manipulan la realidad de los pueblos, de manera grosera y difamatoria… afecta el medio ambiente.

El pensamiento que debe sentar reales hoy en este tercer milenio, como un nuevo ideal de vida en libertad y verdad, no confía en la representación política, pues considera la cesión del poder como una invitación al abuso. En este sentido, no solo el poder estatal o el económico merecen desconfianza, sino todas las formas de poder ejercidas por un grupo sobre otro, deberían ser de inmediato sustituidas por un grupo colegiado que ejerza en representación la administración del estado, al menos mientras se conforma el modo más afín, con el que las comunidades autoreplicantes y autónomas puedan crear un mundo a vivir, sin abusos, sin exclusiones, sin discriminaciones y sobre todo en seguridad de transitar en “alegría” y “plenitud” lo que se denomina vida.

Ante nuestra capacidad de llegar a ser dueños de nosotros mismos, cuestiono el sometimiento de los individuos a ideologías de ocasión, escleróticas y funestas, enquistadas en nuestros pueblos, que en estado de degradación, en lo que directamente actúa sobre el bien común, siempre tienden a eliminar la capacidad de reflexión en situaciones irreductiblemente concretas y con soluciones inmediatas, que son abortadas por el poder omnímodo de los gerentes del Nuevo Orden Mundial, instalado.
Afirmo que sin una confianza en el individuo, no tiene absolutamente ningún sentido hablar de autonomía y de libre albedrío. El nuevo ideal de comunidad se funda sobre el concepto de que el individuo posee una reserva que es irreductible a los ordenamientos sociales del poder tradicional. Pero si no se tiene confianza en una reserva en el ámbito del sujeto, que constituye la fuente del cambio, ¿cómo devendrá el cambio?

Ciertamente no en una agente externo (ideología) que rotundamente rechazo. La renuncia al individuo o al sujeto autónomo como lugar de resistencia y su sustitución por “otro algo” constituye el paso decisivo de un concepto de resistencia radicado en el siglo XIX a concepciones adecuadas a un presente muy definido. Sin embargo, no es en favor del caos por lo que el que rechazo de plano las ideologías.Es preciso y sobran argumentos concretos para llevar a cabo un análisis preciso de la explotación y opresión.
La opresión debe ser analizada y combatida sobre muchos registros y en los muchos nexos en los cuales se descubre. Mi ideal no busca definir un sujeto oprimido al cual liberar y se dirige en cambio a favorecer las luchas de los diversos grupos ofreciendo análisis, estrategias, así como críticas políticas y teóricas de las diferentes opresiones y desviaciones que malversan el accionar político. En mi rol de intelectual puedo aportar algunos instrumentos de análisis y dejar la decisión de cómo liberarse a los explotados y engañados por este sistema simulador y corrupto al que le ha llegado la hora de jubilarse. Buscar una teoría general, fuera de todo conflicto específico, es comprometerse de nuevo con el proyecto de construir los fundamentos ideológicos de un proyecto de representación. Más allá del punto de los valores locales que permitan resistir a lo largo de toda una serie de registros distintos, no hay más teoría, sino solo lucha. He visto demasiada representación política y demasiada poca autodeterminación.

Hablo de comunidades que no se clausuren. Que no respondan al quiénes son, qué quieren y cómo vivirán. Estas comunidades constituyen un ideal y, como no reconocer, un ideal probablemente posible, si la dignidad y el dominio de cada uno sobre cada uno lo dan como un camino a transitar.

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