lunes, 24 de julio de 2017

EL POPULISMO CANICULAR DE CIFUENTES

EL POPULISMO CANICULAR 
DE CIFUENTES

ANTONIO MAESTRE
Las vacaciones de Cristina Cifuentes son noticia porque la presidenta de la Comunidad de Madrid quiere que lo sean cada verano. El populismo canicular no falta en época estival igual que no falta Gibraltar o la canción del verano. La presidenta ha hecho de su decisión de no irse de vacaciones un asunto político para conseguir ventaja intentando transmitir que ella trabaja más que nadie y, sobre todo, más que sus rivales que sí se las cogen. Así lo hizo el equipo de Cristina Cifuentes el año pasado para criticar a Manuela Carmena por irse de vacaciones. O con Pedro Sánchez por tomarse unos días de descanso en la playa en el año eterno de negociaciones para formar gobierno.

No ha pasado un año sin que Cristina Cifuentes haga su habitual ejercicio demagógico sobre el descanso vacacional. Desde 2015, cuando dijo que no se iría de vacaciones porque tenía muchos asuntos pendientes que poner al día al llevar solo dos meses en el cargo.

Lo que haga Cifuentes como máxima dirigente de la Comunidad de Madrid con su descanso es su problema. Si no se quiere ir de vacaciones porque no se fía de los que deja al mando es comprensible, no sabemos la ingente cantidad de documentos que podrían evaporarse en su ausencia sabiendo que desaparecen en su presencia sin que la presidenta tome medidas contra sus consejeros. El problema llega cuando la máxima responsable de los madrileños dice que las vacaciones son “voluntarias”. Porque es mentira: el Estatuto de los Trabajadores en su artículo 38, bajo el que no se rige Cifuentes pero sí a los que gobierna, establece que las vacaciones son obligatorias e irrenunciables, ni siquiera se puede prescindir de ese derecho por acuerdo entre partes ni pueden ser sustituidas por una remuneración extra.

Que Cristina Cifuentes desconozca este punto de la legislación laboral no es creíble. Sabemos que no lo ignora. Por eso transmitir que las vacaciones son voluntarias es un relato interesado que subyace en la ideología liberal. Pero ella como representante público no se atreve a exponerlo con claridad y tiene que realizarlo con globos sonda que introduzcan el debate en la sociedad y esperar a que la idea cale.

¿Por qué me quieren obligar a irme de vacaciones si no quiero? Son las preguntas que Cristina Cifuentes deja en el aire y que son recogidas por todos los sociópatas liberales que lo circunscriben todo a la libertad personal sin considerar la correlación de fuerzas laboral. Cuando eres el jefe y cobras más 60.000 € al año no hay ningún problema en tomarte las vacaciones como algo opcional. En ese caso la inmensa mayoría se cogerá las vacaciones porque tiene la libertad económica necesaria como para que los recursos disponibles no sean un problema a la hora de tomar la decisión. Cuando eres un trabajador precario con muchas necesidades económicas y con un trabajo que pende de un hilo y con una situación de inferioridad frente al patrón que no permite la negociación, la voluntariedad de las vacaciones dependería única y exclusivamente de las necesidades del empresario.

“¿Te vas a tomar las vacaciones con todo el trabajo que tenemos? Estás en todo tu derecho pero necesitamos en la plantilla gente comprometida que cuando haya tanto trabajo no se vaya a la playa”. Todos sabemos la libertad de actuación que le quedaría al trabajador con semejante presión y cómo de voluntarias serían las vacaciones en ese contexto hipotético.

La obligatoriedad de ciertos derechos laborales es la vacuna del obrero, una medida que evita que los más débiles del sistema aceptando condiciones a la baja hagan fuerte al virus de la explotación. Esa obligatoriedad se establece precisamente para proteger a los más débiles de la ecuación para que su necesidad no les obligue a aceptar condiciones laborales depauperadas que acabarían a medio y largo plazo perjudicando al trabajador primero y a la clase trabajadora en su conjunto después por la merma general de las condiciones. La verdadera intención de quienes están interesados en transmitir la idea de voluntariedad de ciertos derechos adquiridos es abrir la puerta para cercenar derechos conquistados a los trabajadores. Nada es inocente, y menos las declaraciones demagógicas de quien solo paga las vacaciones a los trabajadores interinos por orden del juez.

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