domingo, 3 de diciembre de 2017

LA CABRA GOLPISTA

LA CABRA GOLPISTA
ANÍBAL MALVAR
El término golpista está perdiendo en los últimos tiempos mucho encanto. Ya no lleva rostro de militar o guardia civil, ni propende al vociferio. Tampoco gasta pistola, sino solo la palabra. Los golpistas de antaño tenían un caché más cuartelero y blandían mejor bigote. Ahora hasta permiten ser golpistas a las filólogas, caso Carme Forcadell. Y no lo digo yo. Lo dicen todos nuestros periódicos de papel coincidiendo, además, con lo que ya apuntó Antonio Tejero, que degradó el adjetivo golpista este septiembre al compararse con los secesionistas catalanes: “Exijo que por la Justicia española se lleve a cabo un Juicio Comparativo entre lo ocurrido en la fecha del Golpe de Estado, llamado 23-F, y lo que está ocurriendo actualmente en los prolegómenos de la que quiere ser la destrucción de España, llevado a cabo por el Gobierno de la Generalidad de Cataluña”, escribió en La Gaceta antes del primero de octubre.

Pues ya tiene nuestro añorado Tejero ese juicio comparativo en tribunales y periódicos. ¿Golpistas elegibles en libertad? Es el título que da hoy a su artículo el catedrático de Derecho Constitucional y presidente del consejo editorial de El Mundo Jorge de Esteban. El contexto es, cómo no, la decisión de la fiscalía del TS de pedir al juez que los líderes secesionistas catalanes continúen en prisión. “Aceptemos, pues, que estos golpistas salgan en libertad por criterios humanitarios”, escribe el docto pensador. “A cambio de este beneficio, se comprometen a acatar el artículo 155 CE, como ya hizo la señora Forcadell […]. Pero vamos a ver, no tenemos ninguna certeza de que cumplirán su promesa, porque la cabra siempre tira al monte”.

Que un catedrático constitucionalista use el argumento de la cabra montuna para juzgar la intimidad conductual de un reo, me da idea cabal de cómo estamos educando a los futuros abogados. Y de cómo los adoradores de nuestra Carta Magna interpretan el derecho a la libertad. Este sabio leguleyo nos viene a decir que todos podemos ser enchironados si un letrado tiene la sospecha de que somos cabras con querencias alpinistas. Nivelazo, o sea.

De Esteban, en un texto cuya lectura atenta garantiza un saludable descenso de tu cociente intelectual, nos recuerda que el artículo 1 del Real Decreto de 5 de abril de 1979 obliga a nuestros representantes públicos a “jurar o prometer cumplir las obligaciones del cargo con lealtad al Rey”. Por tanto, todos nuestros alcaldes y diputados republicanos son ilegítimos, cabras echadas al monte que mintieron en su juramento. Y llegamos a la neoconjugación del término golpista, que nuestro jurista interpreta a birrete quitado: “Si el lunes quedan en libertad […] asistiríamos a algo inverosímil como es que unos golpistas consumados puedan volver a presentarse a unas elecciones”. Más joyas dignas de estudio en la interpretación del derecho: “Debería presumirse el principio de presunción de culpabilidad hasta que no haya una sentencia favorable para ellos”. Si notáis un alarmante temblor de la tierra bajo vuestros zapatos no os preocupéis: solo es Justiniano, que está revolviéndose en su sepultura.

La Razón también coincide con las tesis furrieleras de Antonio Tejero, y pide más cárcel para los orioles y los jordis: “No hubo una renuncia expresa al logro de los propósitos golpistas”. En El País están tan preocupados con los desinformadores rusos que hoy pasan de editorializar el tema, lo que, en vista de la atmósfera general, incluso se agradece. Aunque ayer el columnista Alejandro Molina sí tiraba de la idea de asonada, hablando de “golpe institucional secesionista”. Hay que reconocer que le quedó muy fino. ABC, en su editorial de este sábado, habla de “golpistas catalanes”, del “clan sedicioso”, y empieza y termina, como es moda, pidiendo más cárcel: O acatan de verdad o deben seguir en prisión, se titula el texto. Una versión un poco más poética de la cabra que tira al monte. En conclusión: que habrá que ir pensando en otorgarle un honoris causa a Antonio Tejero. Si seguimos su recta inspiración intelectual, como han hecho todos los periódicos serios, esto de la convivencia entre España y Cataluña lo arreglamos este lunes, a más tardar: “¡Quieto todo el mundo! ¡Al menor roce, abran fuego!”.

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