miércoles, 6 de diciembre de 2017

PODER MADRILEÑO

PODER MADRILEÑO
(JOSU AIZPURUA)
Saben ustedes de una ciudad fundada en el siglo IX por un emir? Pongamos que hablo de Madrid. Hoy en ella se encuentra acumulados los poderes del Estado español, y en ella conviven felizmente madrileños y madri-leños.
Esta mínima facción de madri-leños, supervivientes de le enseñanza fascista, adoradores de glorias inexistentes en una España que lleva dos siglos perdiendo guerras y territorios, que más que amar a su tierra, odian las de sus vecinos, herederos de los que el poeta dijo que solo embisten, de ilustres apellidos fascistas y también de sus serviles, mentes inmóviles viviendo de la historia que nunca existió, creyendo que ella les hace “grandes”, defensores de la Gran Nación de 500 años ignorando que perteneció a los reyes y no a ellos, y que los Pueblos; vasco, canario, catalán, gallego, astur y cántabro, castellano y aragonés, y el Al-Andalus de donde nacen ellos, existen en la historia, antes de sus anhelos imperiales nacional-unionistas.
Estos impulsan a banderazo limpio el 155 y los ignorantes les siguen. Posiblemente son mayoría, pero una mayoría ignorante, lo que no les convierte en certeros. Y como inmensos leños, ni entendieron, ni entienden, ni entenderán: ese es el drama ibérico.
Las naciones ibéricas, de las que Portugal siguió un camino propio, expulsaron a sus vecinos árabes, los reyes se quedaron con sus territorios, y comenzaron su expansión en la que atraparon a los canarios-wanches, y a muchos más, que afortunadamente para ellos, ya son libres y mantienen sus repúblicas americanas. Y el proyecto España, que se estira y se encoge, se encuentra en este siglo XXI, desmerecido, tutelado por Europa, económicamente quebrado, y con un problema de adhesión en Catalunya y Euzkadi que la histórica represión tipo 155 no ha logrado nunca suavizar.
La realidad es que el problema es irresoluble: hay vascos y catalanes que no se identifican con el proyecto español y desean un proyecto propio. Y no hace falta buscar excusas históricas, que las hay, pues en el siglo XXI europeo la Democracia es la razón suprema.
La Constitución 78, dio un primer paso con el reconocimiento de las “nacionalidades”, paso que debió ser seguido de otros pasos definitorios, en equipos de técnicos en la materia para dar una oferta de segundo paso a Referéndum, y así en el tiempo ir modelando un Estado con sólidos cimientos. Pero la infiltración al gobierno de los neofranquistas paralizó el progreso y confiscó el espíritu de la transición.
No querer ver actualmente el desafecto vasco-catalán, base de la actual interpretación estatal del madri-leñismo, es el primer error. Creer que ellos son “los malos” y reprimirlos hasta que se humillen, es el segundo. Y el tercero es creerse “los buenos”.
Hay muchas maneras de entender un Estado, y aquí se insiste solo en una, que la historia nos revela fracasada en una hemorragia de territorios en los que además de perderlos, la represión practicada en ellos para “españolizarlos”, los convirtió en eternos enemigos. Los británicos son un ejemplo de descolonización y realismo estatal.
Nunca hay “una” sola manera de vivir y toda la amplitud de miras que se dio en el Estado 78 en materia de divorcio, aborto, derechos sexuales, históricamente en terrenos delictivos y penosamente reprimidos, para el marco territorial nunca se inició.
No uno, sino varios proyectos de Estado diferente son posibles.
La Democracia siglo XXI exige la adhesión ciudadana a sus Leyes. Pero cuando no existe, deben cambiarse consensuando y no como en siglos pasados machacar al disidente. No es la Ley el bien supremo democrático, si no la adhesión ciudadana a la Ley la que le da su excelencia democrática.
Todo, antes que lanzar a la población a resolver sus diferencias a banderazos por las calles.


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