domingo, 25 de marzo de 2018

LA GRAN NACIÓN


LA GRAN NACIÓN
j.m AIZPURUA
¡Y mira que lo intento! No acierto a ver por qué M. Rajoy confunde Estado con Nación, y además nos vende que es “una gran nación”. La nación castellana, fue un Imperio de tres siglos, pero a su caída, 1898, el Estado que la sucedió con los restos de aquel Imperio, como reino España perdió la monarquía borbónica, surgió otra España republicana con territorios africanos, y le dieron un golpe de estado y una guerra, y surgió otra España fascista con moros asentados en sus Cortes, oriundos de, según decían, las españolísimas provincias de Sahara e Ifni. Y al fin en 1978, se conforma un nuevo Estado plurinacional eufemísticamente de las autonomías y ¿nacionalidades?, con los molestos vascos y catalanes y ya sin las colonias africanas, salvo Canarias a la que se tiene en territorio fragmentado y bien controlado por ejercito y represión, y la incorporaron sin resistencia.
Este es el Estado, que no nación, en el que, en 2018 M. Rajoy cree ver una gran nación de 500 años. Para comenzar:

M Punto; estos son grandes Estados y, que por su decidida apuesta por I+D+I, lo seguirán siendo en el futuro. ¿Sabe el puesto del que usted vende? El lugar 27, tras Polonia, Eslovenia, Malasia e Italia, justo encima de Islandia.
Su gran Estado, que no nación, es del montón y con tendencia a empeorar.
El camarerismo precario al que ustedes han lanzado a la juventud afortunada con empleo es su mayor aportación a la innovación mundial.
Les quitaron el ladrillo, y ya no saben a que destinar la capacidad productiva de la gran nación, realmente un Estado.
Triste realidad de un farsante, al que la corrupción, la vagancia supina, la concepción fascista de las cosas, y la tolerancia de los Lobby, han permitido dilapidar el proyecto de la Transición, mal gestionando y poniendo a los ciudadanos del Estado ante problemas ya resueltos y resucitados del pasado como las pensiones o los catalanes.

El Estado fuerte, no necesita el uso de la fuerza. La nación ficticia, solo por la fuerza puede imponerse, pero la fuerza de la razón siempre acaba imponiéndose. Y la grandeza, es sublime condición, hoy muy alejada de lo que se practica en las cúpulas poderosas.
¡Qué pena, Transición! ¡qué pena!  Transitio vobiscum: et cum spiritu tuo.











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